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Vine a Zapotal para morirme de una buena vez. En cuanto puse un pie en el pueblo me deshice de lo que traía en los bolsillos, de las llaves de la casa que dejé abandonada en la ciudad, y de todo el plástico, todo lo que tenía mi nombre o la fotografía de mi rostro. No me quedan más que tres mil pesos, doscientos gramos de goma de opio y un cuarto de onza de heroína, y con esto me tiene que alcanzar para matarme. El protagonista y narrador de esta novela va en busca de la cita definitiva con la lady en forma de polvo blanco, y para ello emprende un viaje al final de la noche en el que se sucederán los encuentros con personajes inquietantes, con los fantasmas de los amigos muertos por el camino, con los recuerdos de la gran ciudad que ha dejado atrás y con su propio pasado. La primera frase de la novela evoca el mítico inicio del Pedro Páramo de Rulfo, y hay en sus páginas ecos del grotesco carnaval mexicano de autodestrucción de Bajo el volcán de Malcolm Lowry. Con una prosa envolvente e hipnótica, Mateo García Elizondo narra, en este asombroso y extraordinario debut, un viaje al corazón de las tinieblas, el espectral descenso a los infiernos de un adicto que se adentra en una senda con un único destino posible, que está cada vez más cerca.