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Este es un libro, en donde se conjuga, casi de manera armoniosa, lo bello y lo triste. Es la historia de una tragedia personal, narrada intensamente, pero sin sensiblería; sin caer en los lugares comunes del dolor y la pérdida. Es una profunda exploración del sufrimiento; La difícil escogencia entre la vida y la muerte. El precario equilibrio entre la moral y la ética. En el 2012, la escritora Anna Starobinets descubre, en una visita rutinaria al médico, que el niño que espera no vivirá. Lo que comienza siendo una crónica de una decisión familiar, acaba convirtiéndose en una historia de terror y de angustia. ¿Qué hacer cuando el futuro de una vida, se desmorona en la pantalla de un ecógrafo? Este es el testimonio de una mujer que se enfrenta sola a un sistema de salud, que no la tiene en cuenta, un descenso a los abismos más profundos del dolor y a la vez un canto a la vida. A que más allá de la noche más oscura, del insoportable dolor y el sufrimiento, vuelve a brillar el sol y el alma decanta los trágicos recuerdos, en el mágico nepentes del olvido. Pero no para apartar de la memoria, al ser que ya partió, sino para recordarlo con serenidad. Con una suave nostalgia que no lastima ni abre de nuevo las heridas. ¿qué puede haber más doloroso que la pérdida de un hijo? Y en este caso, es el hijo que ella lleva en su vientre pero que, por una malformación genética, no tiene la menor probabilidad de sobrevivir. Ese hijo que, en un momento dado, ha sido la gran ilusión. Ese hijo que ella siente, que ella ama, que ahora está vivo, mientras permanece en su vientre. Pero que ella tendrá que tomar la decisión de abortar, antes del tiempo del nacimiento, o dar a luz un cadáver. Real intensa, dramática. Y al final, una catarsis que le permite a la escritora, reconciliarse con la vida, con el amor. Aferrada a todos aquellos que la aman y a quien ella ama. Lo recomiendo con todo mi entusiasmo de. lector impactado por la lectura de este hermoso libro.