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En este ensayo se ponen bien a prueba las posibilidades y límites del método fenomenológico en el campo de la metafísica. Como es sabido, una de las fundamentales reglas del método es la de no aceptar como base legítima de una teoría otra que la que ofrece la experiencia, entendiendo esta última de manera a la vez a la vez muy estricta y muy amplia. Como base de una teoría de la muerte, la experiencia exigida no podrá ser, ciertamente, la de la muerte misma del que teoriza, sino la que éste tiene mientras vive «contando con su muerte», por mucho que esta experiencia se encuentre siempre un tanto reprimida natural o culturalmente. Y ella es la que suscita en la menta del hombre la insoslayable y ardua pregunta metafísica por su supervivencia.El lector no ha de buscar, con todo, en estas páginas una demostración propiamente dicha de la inmortalidad del alma humana, ni tampoco una investigación psicológica de las razones subjetivas que pueden mover al hombre a desear y hasta a afirmas aquélla. Encontrará tan sólo la genial determinación y leal descripción de la experiencia humana que da algún fundamento a la creencia en la supervivencia de la persona, con la aclaración muy vigente del preciso sentido de lo que ella en verdad da lugar a creer. Igual que los discípulos de Sócrates en el Fedón platónico, el lector de este ensayo oirá decir en él honradamente a Scheler tanto lo que, como filósofo, sabe, cuanto lo que no sabe acerca del arcano de la muerte del hombre, ten decisivo para la vida.El lector no ha de buscar, con todo, en estas páginas una demostración propiamente dicha de la inmortalidad del alma humana, ni tampoco una investigación psicológica de las razones subjetivas que pueden mover al hombre a desear y hasta a afirmas aquélla. Encontrará tan sólo la genial determinación y leal descripción de la experiencia humana que da algún fundamento a la creencia en la supervivencia de la persona, con la aclaración muy vigente del preciso sentido de lo que ella en verdad da lugar a creer. Igual que los discípulos de Sócrates en el Fedón platónico, el lector de este ensayo oirá decir en él honradamente a Scheler tanto lo que, como filósofo, sabe, cuanto lo que no sabe acerca del arcano de la muerte del hombre, ten decisivo para la vida.