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Ese maravilloso país que Haghenbeck retrata tan bien se convierte en una ofrenda de Día de Muertos, en un retablo, en un judas de cartón a punto de estallar. Del prólogo de Laura Esquivel. En este retrato sombrío y volcánico, Haghenbeck expresa la nostalgia por un mundo inocente que aún no ha sido corrompido por la industria cultural capitalista. Emily Barnett, Les Inrockuptibles. Era su Madrina: le permitió volver a la vida tras el fatídico accidente de tranvía. A cambio, le exigió que cada año le ofrendara un banquete nuevo. Los altares que Frida Kahlo preparaba con minuciosidad cada Día de Muertos, y que registraba puntualmente en su librito de recetas, eran prueba de su devoción y compromiso.