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Imagínate a dos hermanitas a las que les gusta discutir para no aburrirse. En una ocasión, algo ocurre cuando se encuentran con un ale... ale... ale-no sé qué. “Es un mostro”, dice la pequeña Tania, pero su hermana Astrid no está de acuerdo porque “tiene una mirada muy tierna”. Sin embargo, es una criatura alucinante (no sé qué es eso… je, je, je). ¿Quién tiene la razón Lo sabrás cuando leas esta historia.Orlando Ortiz aunque no lo parezca, fue niño; un niño que se trepaba a los árboles, jugaba con los otros niños de su calle a muchas cosas. Como vivía en Tampico, se iba a pescar, o a nadar, y como era muy travieso sus papás lo castigaban (tantito) y no lo dejaban salir de casa a jugar con sus amigos. Entonces, ¿qué hacía Cruzaba los brazos, se iba a un rincón y se imaginaba historias como las de este cuento, por eso acabó siendo escritor.